Y pasó septiembre…. Y con él, la inscripción al EIR. Y se preguntarán muchos: ¿qué es eso del EIR? ¿Pero a que si decimos MIR sabemos todos qué significa? O si oímos hablar de residentes, ¿a que todos lo relacionamos con los médicos?
EIR es Enfermero Interno Residente, es el acceso a seis especialidades de Enfermería: Obstétrico-ginecológica (más conocida como matrona), Salud Mental, Trabajo, Geriátrica, Pediátrica, Familiar y Comunitaria.
De estas seis, la única que podemos decir que funciona plenamente es la primera. El resto carece de bolsas específicas y de plazas destinadas a ellas. Hace unos días, Redacción Médica (medio de comunicación especializado en sanidad) publicaba un artículo titulado Freno a las especialidades de Enfermería: no todas las CCAA las reconocen, donde se reflejaba que, salvo matrona, el resto de especialidades no funcionan como debieran.
Tanto el EIR como el MIR son exámenes que comprenden todo lo abordado durante la carrera. Pero además pueden entrar otros temas o materias, ya que ambos carecen de temario. Una vez superado el examen y, dependiendo de la nota, se puede optar a una especialidad u otra y comenzar una residencia, que en el caso que nos ocupa de enfermería, todas duran dos años.
Durante esos dos años, pasas por diferentes unidades, equipos, asistencia a congresos, exámenes, trabajos, etc…. Hasta que por fin se consigue la especialidad que, como es lógico, significa que eres especialista en ese terreno. Pero, ¿qué pasa? Que salvo la especialidad de matrona, que tiene bolsa y puestos específicos, con sus oposiciones correspondientes, las demás sólo sirven para sumar puntos a la bolsa de enfermeras generalistas, para sumar 1,2,3 o 4 puntos más a la bolsa y que te acaben llamando para una suplencia o, en el mejor de los casos, para un puesto eventual. O para los ya tan anunciados nuevos interinos que quieren crear.
Es decir, que te has especializado durante dos años en un área que ya no sólo se supone que te gusta, sino que has aprendido a manejar mejor que nadie para poder dar una buena atención y cuidados, y no trabajas de eso. O dicho de otra manera, el Estado se gasta dinero en formar todos los años a cientos de enfermeras para nada, porque la nueva filosofía es “somos enfermeras del hospital, no de unidad”. O dicho de otra manera: “somos chicas para todo”.
La sensación generalizada del colectivo es que somos la mano de obra barata del sistema, que somos de todo y para todo. Somos alrededor de 270.000 enfermeras y enfermeros en España y, lejos de haber unión, hay cada vez más desunión.
Al día siguiente de que Piqué fuese TT por cortarse las mangas de su camisa, conocía historias de compañeras de hospitales que me contaban que, aparte de sufrir los cierres de camas que tanto se llevan en temporada estival, sufrían los desplazamientos de unidad. Es decir, llegar a trabajar y decirte que mejor te vayas a UCI y pasado a Urgencias, cuando llevas años en oncología y eres un hacha, pero aunque los respiradores de UCI no te los conozcas te vas porque “sois enfermeras del hospital” ¿Se imaginan que pasara esto con un médico? No pasa, pero con enfermería es lo habitual. La sensación generalizada del colectivo es que somos la mano de obra barata del sistema, que somos de todo y para todo. Somos alrededor de 270.000 enfermeras y enfermeros en España y, lejos de haber unión, hay cada vez más desunión. El divide y vencerás es cada vez más divide y restarás. Necesitamos un Piqué, que no se corte las mangas, sino que se arremangue las mangas para luchar por este colectivo y situarlo en la posición que se merece. Que el “sois enfermeras del hospital y chicas para todo” no sólo lo sufrimos nosotras, sino también los pacientes y usuarios del sistema. Que si hay especialidades, si durante dos años se forman a compañeros para ser los mejores, que sirva de algo, no sólo para sumar puntos de bolsa.
Uno de los temas que se prepara para el EIR es historia de la enfermería. En nuestra historia ha habido muchas enfermeras valientes, decididas a cambiar la profesión, a que evolucionase, antes los colegios y asociaciones se movían, también los sindicatos. Ahora…. hay resignación, desidia hacia los colegios, y ya no te digo los sindicatos. ¿Por qué? Quizá porque vemos y sentimos que pese a que los tiempos cambian y somos ya un Grado universitario, la sociedad no acaba de ver todo nuestro potencial. Y porque a pesar de que haya especialidades, no funcionan, y todavía hay muchas áreas como quirófano, UCI, oncología, urgencias que no disponen de ellas, a pesar de que son servicios que requieren mucha preparación. O de que la única forma de obtener esa preparación es a través de cursos de máster o expertos que son caros y que debemos pagarnos, sin saber si seguiremos trabajando en esa unidad, ya que nuestros contratos son precarios, eventuales y temporales.
Hay comunidades, como Castilla y León, que llevan ocho años sin convocar oposiciones. Y cuando lo han hecho en este año, las plazas ofertadas han sido irrisorias. Todas estas razones quizás sean la razón de la desidia y resignación ante nuestros colegios profesionales y asociaciones, cuando deberían de ser los líderes en la lucha de todas estas reivindicaciones, de escucharnos, aunque seamos críticos, o aunque no sea siempre para alabarles. Nadie tiene la razón absoluta, y de los errores, se aprende; y lo más importante, no dividir sino sumar, no cortarse las mangas, sino arremangárselas.
Que la historia de la enfermería no se quede sólo en un temario. Que también sea ejemplo de cómo en conjunto y unidos se avanza y se logran los objetivos.
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