Resulta llamativo en pleno siglo XXI y en una democracia “consolidada,” como la nuestra, recibir mensajes a tu correo corporativo sin nombre del remitente, sin firmar que, te avisan de que tu comportamiento incomoda a ciertas personas que se esconden tras un logotipo institucional, supuestamente con criterios informativos, adoctrinadores o moralmente reprobables. Sin embargo en este caso la coacción y el aviso a navegantes queda literalmente plasmado en su intención. Sigue leyendo